¿Se han preguntado alguna vez por qué la mirada de un niño esconde un brillo tan especial? Es la ilusión desmedida por seguir descubriendo ese mundo que le rodea y que, partiendo del cariño de quienes más le conocen, jamás tendría límite ni frontera. Fue esa sentida inocencia la que Valle Coca, alcaldesa de Mélida, quiso elevar al máximo este viernes en el regreso de sus fiestas patronales.
Y, mirando de cerca la diversión y ese palpable buen ambiente que este viernes reinó en el transcurso del chupinazo, el objetivo quedó más que conseguido. “Todos hemos sufrido la pandemia, pero a los niños se les han robado dos años de vida pequeña y desde el Ayuntamiento teníamos que hacer algo”, expresaba la edil minutos antes de dar comienzo una auténtica hilera de actos.
Dicho y hecho. Balones, camisetas, globos, caramelos… Un imponente arsenal que fue recibido, sonrisa en mano, por todas esas manos que no podían esperar más. Música y buen ambiente en la dirección de un barco que solamente busca que sus vecinos, “los que hacen Mélida grande”, disfruten del momento.
Pero el broche no estaba puesto. En esta misma estela de reencuentros, llegó el momento de imponer el tradicional pañuelico de fiestas a los nacidos este año. 2022 y, como no podía ser de otra manera, a quienes no tuvieron otra que esperar. Los menores de 2021 y 2020 también recibieron su regalo, un obsequio que, en palabras de los progenitores, “significa mucho más de lo que parece”. “El acto tenía que ser en fiestas, para todos igual, como debe ser”, reiteraba Valle.
De ahí, ese esfuerzo añadido para que la decoración fuese plato importante del menú. Gigantes y cabezudos haciendo las delicias de quienes ya necesitaban volver a sentir la magia de los ‘grandes’ de Mélida. “Los cabezudos los hemos reformado y creo que ha quedado todo precioso”, valoraba la alcaldesa.
Y con ese escenario de alegría compartida, una auténtica algarabía. La que irrumpió en la casa consistorial, en un balcón que no dudó en crear espacio para la decena de profesores y los 25 alumnos del colegio público Santa Ana. “Han trabajado tanto por los niños, por tratar de que los contagios fuesen los menores posibles, por intentar que los pequeños vieran la pandemia de otra manera. Son, junto con el personal sanitario (lanzaron el cohete en las fiestas de julio) nuestros grande héroes de Mélida”, insistían desde la corporación.
Precisamente por ese sentimiento de pertenencia, de grupo, de equipo sin fisuras, la consigna natural terminó por decidir que un nombre no sobresaliera sobre otro. Un chupinazo al alimón en el que no faltaron emociones y palabras de agradecimiento, de recuerdo y de lucha, de aprovechar cada uno de esos instantes que la vida nos tiene guardados en la mochila. “¿Te acuerdas de aquel famoso carpe diem? Es momento de ponerlo en práctica”. Nada que añadir.